Land-ing

La arquitectura no es una actividad finalista física, aunque lo parezca. Podemos planificar objetos, formas, territorios, que albergarán, suponemos, acontecimientos. Otra experiencia posible es propiciar intencionadamente el encuentro, la acción; entonces podrá surgir la forma, el espacio, quizás de manera natural.

Este concurso es una oportunidad para trabajar sobre esta premisa. Interpretar un lugar desde un punto físico del propio lugar, hoy, como recurso edificado, pierde su sentido: podría ser sustituido por cualquier medio y soporte digital remoto. La oportunidad de este centro es sumergir al visitante en el territorio con actitud desinhibida; ni parque temático, ni escenografía pero sí representación.

Del análisis de las bases del concurso concluimos que se proponía un reto ambicioso, pero difuso. Unos objetivos múltiples y un Centro de Experimentación Sostenible poliédrico exigían establecer, desde nuestro punto de vista, una metodología de desarrollo del programa. Este programa de acciones surgiría como análisis del estado actual de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2030 en Gran Canaria. Con el objetivo de ayudar en su desarrollo realizamos un experiencia de intersección con los objetivos del concurso y la actividad que establecen las bases para el Centro. Incorporamos como necesidad la gerencia, con capacidad para influir en las sociedad desde la comunicación y el encuentro con el empresariado, un centro de formación en turismo sostenible para formar a profesionales del sector y conectar con la educación superior universitaria y no universitaria, y un mercado con restauración temporal para promoción de producto gastronómico y local sostenible.

Experimentar el territorio y desarrollar el programa necesario requirió traspasar los límites de la dualidad expresada en las bases, envoltura relacional – usos edificados. Se necesitaba un espacio físico con suficiente masa crítica, no construida e interés desde el punto de vista territorial. Realizamos entonces, asumiendo premisas como la conectividad, una selección de criterios de situación de la propuesta aplicables en cada isla: sensible planeidad del territorio, localización en plataformas costeras y cercanía a núcleos urbanos límite con espacios naturales protegidos o con elementos patrimoniales como hitos. Estas localizaciones permitirían tener las experiencias sensitivas que perseguíamos: el tacto del viento, el sonido de la pisada en la grava, el azote del sol en la isla baja, el olor de los cultivos, la perspectiva del sendero entre cultivos, el tacto del muro.

Por tanto, establecimos metodologías de concreción del programa y de las localizaciones, exportables a las otras siete islas. Con respecto al programa, destacar que el centro tendría una escala similar en las islas de Gran Canaria y Tenerife, incorporando solo estas el laboratorio de turismo sostenible dada la entidad y baja dispersión que entendemos debe tener; la adaptación del proyecto para Lanzarote y Fuerteventura es similar, por potencialidad turística, paralelismo paisajístico y urbanístico. En todos los casos anteriores, el espacio se quiebra incorporando el paisaje circundante. En El Hierro, La Gomera y La Palma, la propuesta se reduce en espacio construido y libre, adaptándose a la escala insular, desarrollándose en recintos cerrados conectados con el espacio agrícola. En La Graciosa únicamente un volumen ligero, desligado del suelo, remata la trama urbana a sur.

La relación arquitectónica de la propuesta con el sitio se establece mediante un mecanismo de imposición física mínima en el terreno. Mecanismo de límites y volúmenes que se posan dejando respirar el suelo existente. La piel se diluye, es una frontera, una línea que separa la experiencia controlada, guiada, del espacio natural, accesible, que lo rodea. Será un muro horadado, ejecutado mediante encofrado de cajón con el propio material del terreno, conglomerado, extraído de las excavaciones y limpieza del lugar. Su perímetro se quebrará incorporando el paisaje, o se mimetizará con el parcelario limítrofe. Los volúmenes construidos se configuran como sencillas mallas cúbicas estructuradas en acero, que permiten una libertad compositiva que facilitará la modulación de usos acumulables y reconfigurables en cada isla. Las piezas construidas se posan ligeras sobre el terreno o se elevan sobre este evocando anímales mecánicos que miran y son observados sobre el muro. Se emplean sistemas pasivos de acondicionamiento interior y se minimiza el uso de hormigón armado, empleado únicamente en discretas cimentaciones puntuales. En el trazado de los caminos interiores se ha buscado la fluidez formal de la arquitectura del agua. Los cultivos se integran como parte de la experiencia del sendero. Las nuevas superficies son las imprescindibles. Los recorridos son accesibles en pendientes y material de acabado y se emplea vegetación y piedra para proteger del viento.

Finalmente, el Centro de Experimentación Sostenible que proponemos podrá ser un lugar con atractivo propio para el público local y foráneo, referente en formación para centros educativos y trabajadores del sector, y lugar de encuentro con empresarios y medios de comunicación, generando la influencia pública necesaria para el desarrollo del turismo como actividad económica sostenible.