Una de las características esenciales de la arquitectura vernácula es su adaptación al medio y su posicionamiento con respecto a su entorno natural. La complejidad y heterogeneidad del clima canario ha generado una serie de condicionantes que fluctúa en función de las islas e incluso a veces dentro de la propia isla y por tanto implica una forma diversa de adaptación versátil a cualquier emplazamiento.
Uno de los factores claves que explican dicho comportamiento es el impacto del anticiclón de las Azores, siendo este centro de presiones de la masa de aire tropical marítima el origen oceánico de una elevada humedad y temperatura confortable. El propio anticiclón genera el alisio, viento del noreste que afectan a capas bajas de la atmósfera marcando considerablemente el clima de las islas occidentales y generando el conocido mar de nubes.
En las islas con un relieve mas acusado las laderas que dan a barlovento, al norte, son frescas y húmedas. Las que se orientan al sur, y por tanto a sotavento, tienen un clima más cálido y seco. En La Palma dado su relieve escarpado se da la singularidad de desarrollar diferentes franjas climáticas que afectan de forma diversa, desde un clima árido y seco en el extremo suroccidental de Fuencaliente hasta el clima de alta montaña en el Roque de los Muchachos. Es por esto por lo que La Palma se convierte en un punto de partida para la lectura de una posible actuación que asuma esa fluctuación climática y permita una estrategia arquitectónica versátil en su posicionamiento, exportable al resto del archipiélago.
A lo largo de la historia ha existido un intercambio necesario y solidario entre las diferentes islas, proveyendo unas a otras de los materiales de los que carecían respectivamente. Uno de los materiales que exportaban las islas mas boscosas como La Palma y Tenerife era la madera, no solo de pino sino también de otras especies provenientes de los frondosos bosques de laurisilva canaria.
De esta tradición surgió una importancia relevante de la carpintería con especial desarrollo de una Carpintería de lo Blanco importada de la Baja Andalucia en época colonial. Las islas al mismo tiempo formaban un enclave geoestratégico en el comercio internacional y por tanto recibía influencias estéticas y constructivas de diversas culturas europeas. Es por ello por lo que la carpintería floreció como la artesanía distintiva en las demostraciones arquitectónicas de poder y se convirtió en un referente social y cultural. Lentamente diversos sistemas constructivos fueron adaptándose al clima canario, generando uno de sus elementos más significativos, la ventana canaria, un elemento bioclimático común denominador en sus diferentes vertientes de la arquitectura tradicional.
Para el Centro de Turismo Activo de La Palma, se toma como referencia la máxima de ver sin ser visto. Una de las características de necesaria implantación es la de un turismo responsable que respete al medio y se adapte a él para generar el menor impacto posible. Podría decirse que el mejor turismo es el que no se percibe e impacta levemente en el medio aportando al mismo tiempo todos sus beneficios conocidos. La propuesta arquitectónica trata de seguir los mismos preceptos, tomando como referencia constructiva modular la ventana tripartita de la arquitectura tradicional canaria, un elemento que a través de celosías consigue un excelente funcionamiento bioclimático permitiendo el paso de la ventilación sin la entrada de luz solar y refrescar el interior del espacio, sumado a su garantía de velada privacidad.
La estrategia cuenta con un módulo base estructural de madera que puede multiplicarse en función del programa que se quiera implantar en una u otra ubicación de la isla. Esto implica que el sistema constructivo es escalable y ampliable. Sobre la estructura base actúa un sistema versátil de fachada, tomando como elemento base la celosía que puede ser fija, abatible, corredera, oscilobatiente o plegable en función de la orientación de la arquitectura y su adaptación al soleamiento y vientos predominantes.
Se toma la red de senderismo de La Palma como punto de referencia para ubicar las diferentes arquitecturas al ser uno de los tejidos dedicados a este deporte de mayor relevancia a nivel europeo y que al mismo tiempo genera un turismo de calidad respetando el medio natural de la isla.
El módulo, además del programa propuesto, tiene la posibilidad de adaptarse a usos alternativos como mirador, pabellón de interpretación, espacio para actividades, módulos de servicios o en núcleos urbanos como equipamiento cultural, a modo de ampliaciones de arquitecturas existentes. Todas ellas aspiran a integrarse de manera responsable y respetuosa en el medio, como resultado de una lectura sensible del territorio y del paisaje natural y urbano.