La Destiladera, centro de experiencia e interpretación turística en Lanzarote.
La Destiladera es una propuesta arquitectónica que explora la tensión entre lo desmontable y efímero y lo vernáculo y escultórico.
El centro, cubierto por una gran superficie cóncava que dirige el poco agua de lluvia a un patio central interior, toma su nombre de las destiladeras: piedras porosas con forma semiesférica que se usaban en las islas para recoger y filtrar el agua.
La arquitectura del turismo del futuro.
La destiladera apuesta por la tecnología defendiendo al mismo tiempo que el turismo del futuro tiene que ser una experiencia presencial y singular, que trascienda y sobrepase el conocimiento del mundo a través de las pantallas estimulando los cinco sentidos.
Los edificios para el turismo del futuro, además de estar pensados desde un respeto radical por la sostenibilidad ambiental, funcionan como un contenedor escultórico a la par que flexible. El espacio está diseñado no sólo para ofrecer experiencias multisensoriales, sino para aportar una mirada contemporánea a la cultura isleña que pueda ser disfrutada tanto por visitantes como por locales.
Consideraciones arquitectónicas del proyecto.
Defendemos que la arquitectura debe buscar nuevas formas de aprender e interpretar el conocimiento local de cada lugar para evitar soluciones genéricas. Con esta propuesta se consigue mirar de manera específica a cada isla y mostrar a través de la envolvente esas cualidades singulares.
La propuesta relee algunos elementos de la arquitectura tradicional, como el patio canario, y encuentra inspiración en las formas del paisaje insular como las concavidades de La Geria. El conjunto se compone de un gran volumen blanco que cubre el espacio. Éste está compartimentado por una celosía terrosa inspirada en la cerámica tradicional canaria. Circulaciones a través de arcos, un patio central y juegos de luz configuran el resto.
La accesibilidad universal se garantiza al generar un espacio de planta única y habilitar un camino de acceso desde la Casa del Mayor Guerra. Dicho acceso construido en piedra natural, tiene una pendiente menor del 4% y una variación máxima de 4mm. Estas piedras pueden retirarse una vez desmontado el centro, dejando un impacto nulo en el terreno.
La edificación se apoya puntualmente sobre soportes (como si de una plataforma elevada se tratara) para dejar un impacto mínimo en el territorio tras ser desmontada. Tanto las chapas reutilizadas de la cubierta, como los ladrillos de adobe pueden ser desmontados, apilados y transportados a otras islas.
Se estima que las emisiones de Co2 del edificio son menores a 5kg/m².
Respecto a los lenguajes arquitectónicos que puedan hacer referencia a las ocho islas, la propuesta adopta dos estrategias. Por un lado, se diseña un sistema de cerramientos de diferentes opacidades (celosías más o menos densas y muros ciegos), que pueden adaptarse a cada clima y luz.
Por último, y más importante, cada fachada está formada por elementos que hacen referencia a un elemento antropológico de cada isla: los ladrillos de tierra se prensan en un molde diseñado en referencia a la cerámica tradicional de cada isla. Por un lado, el color y textura de cada tierra, grava o rofe da un carácter inevitablemente local. Por el otro, la forma crea un lenguaje que hace referencia a la relación histórica del hombre y la mujer con el territorio.
Programa y configuración del espacio
Esta propuesta no está pensada tanto como un único edificio sino como un sistema constructivo modular que puede adaptarse a diferentes escalas y tipos de terreno sin perder las cualidades espaciales.
En Lanzarote, la propuesta básica se basa en un acceso, un espacio polivalente para exposiciones y una pequeña oficina. Se comparte el aparcamiento para coches y bicicletas y otros servicios con La Casa del Mayor Guerra.
Sin embargo, nos gusta pensar que estas estancias con alturas generosas y relaciones sorprendentes con el exterior, pudieran también alojar otro tipo de programas como cafeterías, salas para charlas y proyecciones o incluso un pequeño auditorio. Pensamos que implantar un edificio que estuviera a la vez en la red de espacios turísticos y en la red cultural que realmente usan los locales (incluso en programaciones como el festival Veintinueve Trece, la Bienal de paisaje o el festival de cine de Lanzarote) abriría la puerta a nuevas posibilidades para el tejido cultural de la isla y su economía.
Implantación en cada isla
La estrategia para la elección de la ubicación es la siguiente: En las islas mayores, la localización se aleja de los núcleos urbanos principales, buscando activar otros puntos de las islas con cualidades paisajísticas, territoriales o urbanas de interés.
En las islas con menor población, las localizaciones se asocian directamente a núcleos urbanos, lo que facilita el funcionamiento de cada centro dentro de la red cultural insular. En ambos casos se han priorizado áreas con accesos a infraestructuras viarias y orografías practicables.