Sorriba

Centro de Turismo Gastronómico

El objetivo de las propuestas parte de poner el valor la agricultura, productos, gastronomía y paisaje rural de las islas, creando sinergias de la población local y un modelo de turístico sostenible, impulsando la conservación del territorio, la formación, economía de kilómetro 0 desde la experiencias de los residentes y visitantes, en enclaves únicos y estratégicos en cada isla.

Tenerife. La Campiña de Tegueste. Del campo y la mar, a la mesa

A las faldas de Anaga, bañadas por los alisios, el atlántico y el agua al atardecer con la bruma, se sitúa la campiña de Tegueste. Una fértil comarca próxima al área metropolitana con gran tradición agrícola, mar y gastronomía, donde se ubica la Finca Zamorano, restauradores más importantes de la isla, escuelas e investigaciones agrícolas, cofradías de pescadores, queserías, ganaderos y bodegas de gran prestigio.

Finca Zamorano

La Finca Zamorano de titularidad pública, es por historia, ubicación y tamaño, un lugar idóneo donde fusionar la gastronomía, producto y población local, con el turismo sostenible.

Con una superficie de 6 hectáreas, consta de una antigua vivienda tradicional y huertas, que se combinan con zonas para el arrastre de ganado, un circuito homologado para campo a través y parques infantiles, con buena comunicación y aparcamientos que permiten gran amplitud y flexibilidad de programación de actividades.

La Palma. Valle de Aridane. Un valle de plataneras

El fértil valle de Aridane se observa en su amplitud y mar de plataneras desde el mirador del time, junto a la gran grieta serpenteando del barranco de las angustias, desembocadura del parque nacional de la Caldera de Taburiente.

La Caldera proporciona la riqueza del agua a la comarca agrícola más destacada de Canarias, de fértil tierras Sorribadas sobre coladas volcánicas.

La Gomera. San Sebastián. Del mar a la tierra

San Sebastián de la Gomera, la capital, es la puerta de entrada y kilómetro 0 de la Gomera por el mar, historia, tradiciones y paisaje, ofreciendo en un corto recorrido una rica oferta cultural y patrimonial.

El Hierro. Frontera. Balcón del Atlántico

El Valle del Golfo es el principal centro productor de frutales de la isla del Hierro, donde se cultiva la piña tropical, papayas, aguacates, plátanos, mangos y hortalizas, que configuran el sector económico herreño, que potencia el valor de la imagen de marca del “el hierro”, que en los últimos años se ha afianzado a nivel internacional.

Gran canaria. Tunte: Encuentro de caminos

El pueblo de Tunte se sitúa en pleno centro de la caldera de Tirajana. Un encuentro de caminos en el centro de Gran Canaria, de mayor riqueza paisajística y agrícola de la isla, en cuyo municipio San Bartolomé de Tirajana, combina el turismo de playa y montaña.

Fuerteventura. Las Gavias: El milagro del agua

Fuerteventura, árida y seca, guarda tesoros agrícolas vinculados al agua, Las Gavias es un ingenioso sistema histórico de cultivo, con valor cultural y paisajístico, que ha permitido cultivar en condiciones climatológicas adversas, enriqueciendo los terrenos y protegiéndolo de la erosión, siendo grandes soluciones para la desertificación.

Lanzarote. La Geria: La agricultura nacida del volcán.

Lanzarote está moldeado por los volcanes, el viento y la mano del hombre.

Entre sus paisajes de fuego destaca La Geria, resultado de la lucha titánica de los campesinos para sobrevivir sobre el volcán.

La Geria, tiene un enorme valor histórico, agrícola, vinícola, cultural y paisajístico, en una comarca de bodegas de gran atractivo visual y turístico.

Idea de proyecto

Una vez descritos los ámbitos de implantación, basados en un análisis inicial de cada isla y vista la rica diversidad de condiciones ambientales de los mismos, la propuesta arquitectónica trata de dar una respuesta flexible que se adapta en cada ubicación, sin perder la identidad e idea de proyecto. Un edificio que por su distribución en planta pueda ser a la vez reconocido y diferente en cada isla, generando a su alrededor espacios que promuevan la comprensión de la especificidad en cada lugar.

La planta en forma de racimo de hojas de plataneras, propone que el programa se distribuya según las necesidades planteadas desde la zona central flexible y abierta hasta los extremos que pueden dilatarse o crecer según programa, reconocible por su cubierta que sobrepasa los límites del edificio de forma orgánica que generan zonas exteriores cubiertas y semicubiertas, jugando con las luces y sombras que nos dan los paseos por la naturaleza, creándose porches para actividades exteriores.

La cubierta tendrá tres zonas, una cubierta vegetal que cubre las zonas cerradas del edificio, una cubierta de listones y textil para proteger las zonas exteriores de la lluvia y de los rayos del sol.

La estructura de madera se irá haciendo evidente hacia el perímetro y dará así al edificio la identidad buscada.